lunes, 27 de diciembre de 2010

COMO NOS CAMBIA LA MUERTE

Hasta el siglo pasado llegábamos todos compungidos, llenos de dolor hasta el llamado Camposanto para dar la última despedida a nuestros seres queridos.Y de paso vernos con nuestros familiares, ya que son las únicas oportunidades que nos relacionamos con ellos, sólo en los matrimonios y funerales. Con ellos nos quedábamos bebiendo en el Bar de la esquina llamado “La ultima lagrima”. Celebrando que Roberto por lo menos tenía donde caerse muerto.

Nunca más se repetirán estas escenas. Porque ahora, en este siglo XXI, las cosas son muy diferentes en varios países de América latina y el mundo. Todo está cambiando demasiado rápido.

Para nuestra muerte ya no se desea DESCANSO ETERNO. Porque sea cual sea el cambio que se experimenta de vivo a muerto, dicen algunos que en este mundo las cosas funcionan lógicamente armónicas y por algo será. O sea que aún hay mucho trabajo por hacer así sea en estado espiritual o gaseoso.

Hace muchísimos años que los velorios salieron de las casas donde vivía el occiso. Ahora todo es empresa. Y las funerarias ofrecen el KIT COMPLETO. Hasta le alquilan el ataúd, porque es de regia madera, y la buena madera es para lucirla, NO PARA QUEMARLA. Porque ya no habrá más cementerios ni tierra en lo que nos queda de vida. Ahora la moda es: HORNO CREMATORIO. Una vez la quiso imponer Hitler, pero no supo manejar los medios adecuadamente para su aceptación como hacen ahora las maquinarias políticas con cualquier proyecto cuando desean adjudicar un contrato, así sea para construir una penitenciaría nueva.

En estos tiempos morirse es un lujo que ya está previsto como “ gastos exequiales” y usted debe pagarlo todo los meses en vida, con el objeto de no perjudicar económicamente a sus familiares con su muerte. Y para no perder la imagen y la compostura, los mausoleos se levantan en las afueras de la ciudad. De tal manera que aún se puede organizar un cortejo, que no es más que una exhibición de marcas de carros. Todo es vanidad hasta en la muerte. Y en la capilla del mausoleo se realiza el responso fúnebre. Y todo el mundo expectante a ver a qué horas termina para trasladar el cuerpo hacia el ascensor que lo llevará directamente al horno crematorio. Pero como hoy es miércoles no hay quema hasta el viernes, así que se irá al congelador. Total, al cuerpo ya casi no le queda nada por descomponerse, porque todos sus órganos útiles le son extraídos por la misma funeraria, que tiene montada su propia empresa de órganos humanos para trasplantes. Entonces le dicen a la viuda: “señora venga el sábado por la mañana a retirar el cenizario de su esposo”. Y todos abandonamos tranquilos con caras serias el mausoleo. Obvio, ninguna empresa va encender gas a tan altas temperaturas por solamente un cuerpo. Tienen que esperar, para que sea rentable, que lleguen otros más.

O sea que cuando el sábado por la mañana vuelve la viuda a buscar el cenizario de su esposo le entregan la cenizas. Pero nadie garantiza que sean las de Roberto el muerto.

Lo digo porque lo he visto y lo percibo. Vivo cerca, a pocos kilómetros de un mausoleo, y ni por más que desodoricen la quema siempre por las madrugadas algo se siente. Porque ni que fueran pingos ( bobos) para encender el horno de día.

Ya en este siglo hasta el refrán se acabó: “ EL MUERTO AL HOYO Y EL VIVO AL POLLO”. Y el servicio de horno crematorio es más barato que la tierrita, así que me hacen el favor, a mí que me cremen. Total ya está pagado.

Posteado en Reflexiones
Esta entrada fue escrita por Ronald Gutierrez Candia el 20 Diciembre, 2010 Tags: cambio, crematorio, mausoleo, muerte
1 Comment so far

OMAR GONZALEZ HURTADO Diciembre 21, 2010 16:04

Patético y tragi-comico su articulo mi estimado amigo, pero aunque sea doloroso en su contenido, la verdad aunque duela ¡es así nomás! ….así todo lo que gira a nuestro alrededor es negocio, todo es empresa, en consecuencia LA MUERTE no podía quedar ajena a este contexto, pero aun hay que agregar otro hecho no menos trágico y lamentable, como lo es el negocio de la “muerte anunciada”, algo similar al titulo de la conocida novela del escritor colombiano Gabriel García Márquez “Crónica de una muerte anunciada”, pues mucho antes y después de que el futuro difunto estire la pata como se dice vulgarmente, comienzan los suculentos cobros y los respectivos pagos deben hacerse concretos de parte de los deudos quienes deben desembolsar de sus bolsillos grandes sumas de dineros que obviamente suelen cobrar las clínicas u hospitales, con lo cual estas empresas se suman a la explotación desmedida de los bolsillos de los familiares que siguen vivitos y coleando, ese es el otro suculento negocio. Bueno mi estimado Ronald, frente a esto hay sin duda mucha tela de cortar. ¡excelente articulo, penoso pero real aunque un tanto espeluznante!

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